jueves, agosto 16, 2007

No entiendo ni entenderé...

¿Nuevamente estaré marcando las cartas?

Si me preguntan porqué lo hice, yo diré que… me lo dijo el corazón. Era mi deber de hijo. Era la obligación de sentirme útil y valórico (y no irreal y barato).

Pero… el corazón se hace pequeño cuando la lógica no sirve. No puedes volver a los brazos de quien te ha hecho tanto daño. ¿Cómo podemos tirarnos a las brazas por amor al fuego?

No lo entiendo. Cómo puede ser más grande ese sentimiento o esa… no sé… calentura antes del sacrificio de tu propia sangre. Esa parte de ti que pensó que te había recuperado.

¿Y ahora qué hacemos? ¿Volver a tender la malla si es que el trapecio es muy resbaloso?

Estaré destinado, así como tú, a fijar los ojos en quienes JAMAS debemos fijarlos.

No es justo. No podemos ser tan estúpidos.

Pero…