domingo, enero 29, 2006

Vaivenes

De un día a otro el cielo puede cubrirse de nubes y eliminar las sombras. De luz a sombra... de alegría al ocaso.
Ayer fue un día de esos que le quedan a uno en la retina por toda la semana y que cuando los recuerda no puede evitar sonreír. Ayer se casó mi prima Paulina con Denis, luego de un pololeo de cuatro años.
La ceremonia estuvo bien sobria, pero no faltan los toques emotivos y los "gags" (mi abuelo preguntándome en voz alta que decía el mensaje del muro). Tiramos arroz, saludamos a familiares, felicitamos y me molestaron con la tele ("buena poh periodista estrella", "cuidado con entrevistar"... y cosas así).
La fiesta fue en el Club de Leones y al final, como los invitados eran menos que el número de mesas, me vi OBLIGADO a repetirme esos camaroncitos, ensaladitas, budines.. auUuuUUU. Comí como rey y más encima había bar abierto... bastante whiskacho pasó por mi higado martir.

En la mañana un poquito de caña... no cubrimos el traslado de lodo (por falta de movilización) y nos cambio ese ánimo de satisfacción, debido a una llamada.

Rosita fue la madrina de confirmación de mi madre. Su madre es una señora que tiene un puesto en la feria modelo de Calama. La recuerdo bien porque es lejos una de las personas más tiernas que conozco, es de aquellas personas que te hablan muy agudo y largo (mi niñiiito).
Rosita era igual a su madre, excesivamente tierna y cariñosa. Mi madre le tenía una simpatía enorme.
La llamada era para informar que Rosita había muerto hace ocho días y, justamente, se había cumplido su última voluntad: no informar a nadie de su muerte para que no hubiera funeral y simplemente la cremaran. Así pasó.

Ahora mi madre y mi abuela están en una misa en su memoria, pero ahí está ese sentimiento de culpa al no poder estar ahí a tiempo. ¿Por qué Rosita habrá querido que no hubiera funeral? ¿por que desear que sus seres queridos estuvieran lejos? No lo sé...

Vaivenes...